Planos para una casa


Mullah Nasrudín decidió hacerse una casa nueva. Tenía un amigo arquitecto; fue a verlo y a expresarle su deseo de contratar sus servicios.

El arquitecto aceptó de buen grado y le pidió detalles sobre el tipo de vivienda que deseaba, para ir pensando en los planos. "Dime qué tipo de casa quieres, cuántas habitaciones, dormitorios, cuartos de baño, si quieres jardín y piscina, con qué presupuesto cuentas; en fin, todas las indicaciones que tú y, quizá aún más, tu mujer queráis darme para que la casa sea enteramente a vuestro gusto."

El Mullah contestó: "Sí, sí, mi mujer es quien ha pensado en ello más que yo. Mira -añadió, sacando un viejo picaporte del bolsillo-, mi mujer le tiene mucho cariño a este picaporte, y queremos que nuestra nueva casa haga juego con él. Eso es todo lo que te puedo decir."



El picaporte es la idea preconcebida. Un concepto, una tradición, un prejuicio, una costumbre. Lo llevamos en el bolsillo, lo guardamos con cuidado, lo sacamos en el momento oportuno, y queremos que todo lo demás se ajuste a él. Con esto nos damos por satisfechos. Forzamos interpretaciones, cambiamos nociones, ignoramos avances en pensamiento y vida y conducta, con tal de que el picaporte encaje. Le tenemos mucho cariño, lo guardamos con cuidado y queremos preservarlo a toda costa. Pocas cosas hacen más daño en la vida que una idea fija. Y tenemos más de las que nos imaginamos. Basta con rebuscar por los bolsillos.

Cuento Sufi
 
 

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