Lo que piensan los demas y el ego-Osho
El zen es un tipo de religión totalmente distinto. Insufla humanidad a la religión. No le interesa nada sobrehumano. Todo su interés radica en cómo convertir la vida cotidiana en una bendición.
Otras religiones intentan destruir tu vida cotidiana y hacer de ti alguien extraordinario; y esos son los viajes del ego, y lo cierto es que no te harán feliz. Te condicionan, te respetan. Como eres bueno la sociedad te respeta, como eres bueno te respetan los padres, y porque eres bueno te respetan los profesores. Y poco a poco te va penetrando la idea de que si eres bueno todo el mundo te respetará y que si eres malo nadie te respetará.
Pero la respetabilidad no es vida. La respetabilidad es muy venenosa. Un ser humano realmente vivo no se preocupa de la respetabilidad. Vive, y lo hace con autenticidad. No se para a considerar lo que piensan los demás.
Lo segundo que hay que recordar es que el ego se identifica con un rol, con una función. Alguien es administrativo, otro es delegado, el otro es jardinero, y otro distinto es gobernador. Son funciones, son cosas que haces; pero no son tu ser.
Cuando alguien pregunta: “¿Y tú quién eres?”, y tú dices: “Soy ingeniero”, tu respuesta es existencialmente errónea. ¿Cómo puedes ser ingeniero? Eso es lo que haces, no lo que eres.función, porque encerrarse demasiado en ella es
encarcelarse. Realizas las funciones de un ingeniero, o el trabajo de un médico, o de un gobernador, pero eso no significa que tú eres eso. Puedes abandonar el trabajo de ingeniero y convertirte en pintor, y puedes dejar de hacer de pintor y ser barrendero... eres infinito.
Resulta insultante pensar en un ser humano como un administrativo. Resulta muy insultante pensar acerca de ti mismo como si sólo fueses un administrativo; resulta degradante. Sois dioses y diosas, nada menos. Puede que más, pero no menos.
Cuando digo que sois dioses y diosas, quiero decir que vuestras posibilidades son infinitas, que vuestro potencial es infinito. Tal vez no estéis poniendo a trabajar todo vuestro potencial, pero es que nadie puede, porque es tan vasto que resulta imposible. Sois el universo entero; ni siquiera en un tiempo eterno podrías llegar a agotar vuestro potencial. Eso es lo que quiero decir cuando digo que eres un dios, que eres inagotable.
Pero hay que poner algo en práctica. Aprendes un lenguaje, te conviertes en alguien muy expresivo y articulado, y te conviertes en orador. Cuentas con un cierto sentido verbal y te conviertes en poeta. Tienes cierto oído musical, te encanta la música, estás dotado para los sonidos y te conviertes en músico. Pero esas son posibilidades muy, pero que muy diminutas. No pienses que te acabas con ellas; nadie se acaba nunca con nada.
Sea lo que sea que hayas hecho, no es nada comparado con lo que puedes hacer. Y sea lo que sea que puedas hacer, no es nada comparado con lo que eres.
El ego significa identificarse con la función. El énfasis del ego está en hacer, y el de la consciencia, en ser. El zen es para ser y todos estamos por el hacer.
Cuando estás en la oficina, sé un administrativo, sé un delegado, sé un gobernador –eso está muy bien-, pero en el momento en que salgas de la oficina, no sigas siendo un gobernador, un administrativo, un delegado. La función ya ha acabado. ¿Por qué seguir cargando con ella? No vayas andando por la calle como si fueses gobernador, porque no lo eres. La gobernadora te pesará y no te permitirá disfrutar. Los pájaros piarán en los árboles, pero ¿cómo podrá participar de ello un gobernador? ¿Cómo puede bailar con los pájaros un gobernador? Llegarán las lluvias y un pavo real tal vez se ponga a bailar. ¿Cómo podrá un gobernador plantarse en medio de la multitud para observarlo? Es imposible. Un gobernador debe continuar siendo gobernador. Sigue con lo suyo, nunca mira aquí o allá, nunca se fija en el verdor de los árboles, ni mira la luna. Sigue siendo gobernador.
Esas identidades fijas os matan. Cuanto más fijos más muertos. Tenéis que recordarlo. No estáis confinados por nada de lo que hagáis. Vuestras acciones no significan nada para vuestro ser.
Hay gente que viene a verme y me dice: “¿Y qué ocurre con el karma pasado? ¿Y con las vidas pasadas?. Como digo que podéis iluminaros en un instante, me preguntan: “¿Y qué ocurre con el karma pasado?”. Yo respondo que ese karma nunca es un confinamiento, porque las acciones nunca lo son. Si permaneces confinado es simplemente porque así lo quieres, si no no habría tal confinamiento. Al igual que sales de la oficina y abandonas tu función de gobernador, también en cada vida puedes salirte de esa vida. Ese sueño ha acabado, fuese dulce o una pesadilla. Te sales.
Eso es lo que hace constantemente un meditador. Se sale a cada momento del pasado, abandona por completo el pasado. Deja de estar allí, no se queda remoloneando, está liberado de él. Entonces no hay karma.
El karma no te obstaculiza, eres tú el que se apega a él. Se trata de un hábito, de una costumbre, y no haces más que practicarlo continuamente.
Cuando no estás con tu esposa, dejas de ser esposo. ¿Cómo puedes ser esposo sin una mujer? No tiene sentido. Cuando no estás con tu hijo, no eres ni padre ni madre.
Cuando no escribes poesía no eres poeta. Cuando no bailas, no eres bailarín. Sólo lo eres cuando te pones a bailar. En ese momento palpitas en una cierta función como bailarín, pero sólo en ese momento. Cuando se detiene la música, desaparece el bailarín, y tú te sales de ello. De esa manera uno se mantiene libre, flotando, fluyendo.
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