Aprender a sentirse cómodos en la incertidumbre-Tulku Lama Lobsang




Todos los cambios son difíciles porque requieren un esfuerzo, un pequeño dolor. Pero la elección está entre este pequeño dolor o el gran dolor de seguir presos de nuestros errores, bloqueos y sufrimiento, y repetirlos a perpetuidad.




Tulku Lama Lobsang es doctor en la tradición de la medicina tibetana. Fue reconocido como la reencarnación de un importante lama a la edad de 13 años, cuando ya impresionaba por su capacidad para curar a la gente. Especialista en medicina, astrología y la tradición budista, a los 17 años se trasladó a la India para completar sus estudios, y allí fundó el centro médico Nagten Menlang. Desde hace varios años viaja por Europa, Asia y América, donde imparte cursos, seminarios y consultas personales sobre medicina, psicología y, en definitiva, la búsqueda de la armonía y la felicidad.

Problemas externos y problemas internos.


Estás tranquilamente en casa viendo la televisión y de repente se estropea. Eso te causa un enfado tremendo y mucha rabia ("estos televisores son un rollo, cada vez más hacen las cosas para usar y tirar, etc. etc.") Ahora tienes dos problemas: uno, arreglar el televisor; dos, superar tu enfado y recuperar la calma, o bien este enfado podría causarte muchos más problemas con otras personas, nerviosismo, e incluso quitarte el sueño. El arreglo del televisor está en manos del técnico; el arreglo de tu enfado está solo en tus propias manos. Si consideras que, de hecho, te enfadas demasiado a menudo y por demasiadas cosas, puede que decidas hacer algo para acabar con esta costumbre que te amarga la vida.

La inmensa mayoría de los seres humanos somos felices a ratos, y eso ya es mucho. Pero si eres consciente de que pasas demasiado tiempo de tu vida arrastrado por sentimientos de miedo o impotencia, enfados, celos y otras tormentas emocionales, si sientes que estos estados de ánimo no aportan nada bueno a tu vida y, por el contrario, la complican, la bloquean y, en definitiva, te roban la paz y la felicidad, quizás haya llegado el momento de que empieces a plantearte seriamente cambiar algo. Algo de fuera, quizás, y algo de dentro también.

El lama Lobsang considera que tomar esta decisión ya es un primer y gran paso. Seguidamente, debes identificar cuáles son tus principales problemas emocionales (el enfado, las exigencias, el excesivo apego a las cosas o el deseo de control, etc.), hacerles frente sin miedo y sin esconderte en subterfugios y autojustificaciones, buscar el antídoto adecuado (como contrarrestar el enfado con el amor, el miedo con la aceptación, etc.) y empezar a usarlo en la acción.

¿De qué hablamos cuando hablamos de la mente?


En occidente se tiende a identificar la mente y el pensamiento, pero no son lo mismo. La mayor parte del tiempo nos dejamos llevar por el pensamiento, reflexionando sobre las cosas, en una reflexión que, generalmente, nos aleja del silencio, la paz, la claridad, que es realmente la naturaleza de la mente. La felicidad es precisamente no pensamiento. En cualquier momento de felicidad que tengas, observarás que no hay pensamientos. Sin embargo, siempre estamos buscando la felicidad a través del pensamiento; buscando razones, técnicas o estrategias para ser feliz. Cuando, en realidad, para ser feliz sólo necesitas acallar el pensamiento y abrirte.

Sin embargo, aunque en la felicidad no haya pensamiento, ¿el pensamiento sí puede ser una forma de empezar a acercarnos a la felicidad, de comenzar su búsqueda?


Un pensamiento adecuado puede ayudarte al principio, aunque sea para destruir con argumentos nuevos los viejos pensamientos que te impiden ser feliz. Pero seguir pensando, sumar pensamientos, no te va a hacer más feliz, sino que puede ir sumando capas que cubren y esconden la felicidad que ya tienes dentro. Puedes usar el pensamiento, al principio, para acabar fuera del pensamiento.

¿Es complicada nuestra mente o son nuestros hábitos de pensamiento los que la hacen complicada?


Nuestra mente no es complicada. Lo que son complicados son nuestros pensamientos. El pensamiento puede ser muy útil, pero nos ciega, nos dejamos arrastrar por él. Comprendes las cosas, las ves, no necesitas más, pero sigues pensando aunque no lo necesites. Y lo complicas todo.

¿Cuáles son los principales enemigos de la mente, para conseguir la felicidad?


Básicamente, la ignorancia. Especialmente, esa ignorancia de no saber que no sabes. Creer que sabes todo lo que hay que saber, te hace mantenerte en tu postura y repetir errores. Repetir situaciones que te conducen a la infelicidad. Actitudes dirigidas por el miedo, el enfado, el apego, la confusión...

¿Cómo afrontar la ignorancia?

El primer paso es reconocerla.  Decir: no sé nada. Eso te mantiene abierto a aprender. Lo que pasa es que mucha gente no puede aceptar esa incertidumbre, necesita respuestas rápidas, ya, y si no, se llenan de ansiedad, y para evitarlo se inventan las respuestas. Cualquier respuesta que les funcione durante un tiempo. Pero eso les sigue manteniendo en la ignorancia y en la repetición de errores y, por lo tanto, en el sufrimiento. Lo mejor que puedes hacer es aceptar que no sabes y que no necesitas saberlo todo para ser feliz.

¿Cómo afrontar el miedo?


El miedo aparece precisamente por la ignorancia y porque no la aceptamos. Nos aterra lo que no sabemos. Por eso, el mejor antídoto del miedo es la aceptación.  El miedo es resistencia a lo desconocido y, a veces, resistencia a lo conocido también. La mejor forma de afrontarlo es la aceptación.

¿Cómo afrontar el enfado?

La mejor medicina contra el enfado es el amor. Cuando una persona está enfadada con alguien, todo en esa persona lo ve mal, feo, criticable. Y por extensión, se enfada con el mundo, que es feo y criticable también. Entonces hay que practicar el amor; meditar en el amor y practicarlo.

Pero amar resulta difícil, cuando estás enfadada.

Es cierto, no llegas al amor de repente cuando estás enfadada, porque estás bloqueada. Quieres amar y te encuentras como un grifo que lo abres y no hay agua. Cuando eres presa del enfado, el amor no llega de repente, pero tienes que seguir intentándolo, seguir practicando. Sólo tú puede llegar a sentirlo, nadie te lo va a hacer sentir. Es tu elección.

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