La ecuanimidad es mucho mayor que nuestra limitada perspectiva habitual. Que esperemos obtener lo que deseamos y tengamos miedo de perder lo que tenemos, describe nuestro problema común.
Las enseñanzas budistas identifican ocho variaciones de esta tendencia de desear y temer: el placer y el dolor, las alabanzas y las críticas, la pérdida y la ganancia, y la fama y el descrédito. Mientras estemos atrapados en uno de estos extremos, el potencial para que el otro se manifieste siempre estará presente. Se persiguen mutuamente.
Estar atrapados en este ciclo de atracción y rechazo no puede darnos ningún tipo de felicidad duradera. Como nunca podemos hacer que la vida sea como deseamos, eliminamos todo lo que nos da miedo y acabamos con todas las cosas buenas.
Por tanto, el guerrero boditsatva cultiva la ecuanimidad, la inmensa mente que no limita la realidad a aquello que le atrae y le repugna, a aquello que le gusta y le disgusta.
Del libro “Los lugares que te asustan”
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