Más allá del agrado y desagrado-Shunryu Suzuki

 

Cuando tenemos problemas y nos queremos librar del sufrimiento, es nuestro Ego quien tiene un problema y por eso sufrimos y queremos librarnos de ese sufrimiento. Eso significa que es el Ego el que tiene problemas. Si sabemos un poco de Budismo, veremos que la mente superficial pensante y calculadora, egotizada, no sabe diluir el problema en la nada, no reconoce el “Amor Propio”, Orgullo o falso Zen; elabora un arreglo mental pensado o leído como por ejemplo: “puesto que todo es sufrimiento y Vacío, no preocupación”. Con este “pensamiento” intenta disolver el problema en la propia mente, ojo, en la propia mente, con un pensamiento. El Ego resuelve diluir el problema en la “Nada”, una falsa nada que consiste en “pasar del asunto”.

Ya disponemos de un flamante sistema de autodefensa, el Ego se hace Budista, tiene vía de escape y se fortalece, con lo cual los apegos quedan tan intactos como las dependencias.
Por lo tanto no somos Budistas íntegros, Practicantes-Reales. El Ego sí, se ha puesto el kimono y ahora es personaje Budista; ha salido ganando. Es difícil ser autoconsciente de ese viejo truco de “cambiar la chaqueta” a menos que seamos sinceros y contemos con un maestro o instructor y una Shanga con permiso manifiesto y reiterado (del sujeto) para descubrir lo que el interesado no puede por sí solo. Entonces nos podríamos preguntar cómo no autoengañarse.

Un asunto del que nos queremos librar tiene la clave en “nos queremos librar” y no en “un asunto”. Esto parece así, más sigamos viendo. “Nos queremos librar” y “un asunto”. La clave es “el asunto”. Como asunto, el asunto está iluminado, es decir, es imparcial como situación, tiene luz. El asunto, todo asunto, “tiene luz”, es oportunidad de Práctica, de fusión. Es presente oportunidad de realización para el practicante que sin huir ni disfrazarlo, vaya más allá de la opinión, de la preferencia y salte, sin apegos, a la acción en la Realidad. Esto es vivir el mundo ilimitado de Mugen (como nos enseña Shuyu Narita Rosshi) en el constante intento de practicar y dejar a un lado las preferencias.

Esto se puede realizar con la mente adecuada o ajustada por la Práctica. Si no hay mente justa, intentaré librarme si el asunto no me gusta o me lo podré tragar si me gusta. Por lo tanto seguimos esclavizados al me gusta y no me gusta. Ningún asunto nos esclaviza, sino la opinión, el pensamiento sobre el asunto o sea el Egoísmo de aferrarnos a lo que nos gusta y huir de lo que nos disgusta, puro condicionamiento parcial limitado y limitador, de gran poder de conflictividad contagiosa, como una plaga mundial.


Empecemos con “mi Yo tiene un problema”. Si me quiero librar de algo que me hace sufrir, es “mi Yo el que tiene el problema” y yo no sé cambiar de nivel de consciencia para que el asunto del que mi Yo se quiera librar sea para mi un asunto de Realización. Entonces tengo que andar eligiendo y huyendo continuamente, pues en cada instante cambia la situación. Es decir, que la mente institucional aleccionada dice lo que me tiene o no que gustar y entonces en las
situaciones que no me gustan no me puedo Realizar, cuando todas son ocasión de Realización como otra consciencia, no como la consciencia del “me gusta o me disgusta”. Hay que llegar a lo real desde la discriminación selectiva de la mente condicionada, dependiente, limitada, que nos empuja en una sola dirección (lo agradable), dejando a un lado toda Realización y que cuando se presenta la desagradable también hay que huir, salir corriendo, con lo cual no realizamos nada desde esta consciencia limitada y superficial, sino sufrimiento.

En la experiencia Zen se realizan estas cosas más allá del agrado-desagrado, entrando en la consciencia de no discriminación y sí de discernimiento, “mas allá del Vacío, la Forma y el Deseo”.


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