En el sentido más elevado, no existe buen o mal karma. Toda experiencia ofrece posibilidades para progreso espiritual. Actos desinteresados producen condiciones positivas, edificantes. Actos egoÃstas producen condiciones de negatividad y confusión.
Karma en sà mismo no es ni bueno ni malo sino un principio neutral que gobierna energÃa y movimiento de pensamiento, palabra y obra.
Toda experiencia nos ayuda a crecer. Acciones buenas, amables, nos traen amabilidad a través de otros. Actos mezquinos, egoÃstas nos traen de vuelta pena y sufrimiento. La amabilidad produce frutos dulces, llamados punya. La crueldad produce frutos malos, llamados papa.
A medida que maduramos, vida tras vida, pasamos a través de muchas penas y alegrÃas. Las acciones que están sintonizadas con dharma nos ayudan a lo largo del camino, mientras que acciones adhármicas nos impiden nuestro progreso.
La ley divina es: cualquiera que sea el karma que estamos experimentando en nuestra vida es exactamente lo que necesitamos en ese momento, y nada puede suceder sino aquello para lo cual tenemos fortaleza para soportar.
Incluso el karma duro, cuando se encara con sabidurÃa, puede ser el catalizador más grande para el desarrollo espiritual.
Manteniendo buenas compañÃas, preocupándonos por las necesidades de los otros – todo esto evoca las energÃas elevadas, dirige la mente a pensamientos útiles y evita la creación de karmas nuevos problemáticos.
Los Vedas explican ”De acuerdo a como uno actúa, asà uno se vuelve. Uno se vuelve virtuoso por acción virtuosa, malo por acción mala”.
sabiduria hinduista
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