Quienes sirven a la vida se adaptan a los cambios cuando actúan. Los cambios surgen de los tiempos; quienes conocen los tiempos no se comportan de manera fija, por ello digo:
«Los caminos pueden ser guías, pero no senderos trazados; los nombres pueden ser designados, pero no etiquetas fijadas.»
Los escritos se producen mediante palabras, y las palabras proceden del conocimiento; los intelectuales no saben que ellos no constituyen un camino fijado. Los términos que pueden ser designados no forman libros que puedan ser atesorados.
Las personas instruidas llegan una y otra vez a un callejón sin salida; esto no es tan bueno como mantenerse centrado. Acaba con el escolasticismo, y no habrá preocupaciones; pon un final a la sagacidad, abandona el conocimiento, y la gente se beneficiará muchas veces.
Los seres humanos son tranquilos por nacimiento; ésta es la naturaleza celestial. Al sentir las cosas, actúan; esto es deseo natural. Cuando las cosas vienen a ellos, responden. Éste es la acción del conocimiento. Cuando el conocimiento y las cosas interactúan, surgen las preferencias y las aversiones. Cuando las preferencias y las aversiones están formadas, el conocimiento va hacia las cosas externas \ no puede retornarse al ser; de esta manera desaparece el diseño celestial.
Por consiguiente, los sabios no sustituyen lo celestial por lo humano. Externamente evolucionan con las cosas, pero internamente no pierden su verdadero estado. Así, quienes realizan el Camino regresan a la clara tranquilidad. Quienes descubren el secreto de las cosas acaban sin tener estratagemas. Alimentan la inteligencia mediante la calma, unifican el espíritu mediante la abstracción, y se dirigen a la puerta de la nada.
Quienes siguen el cielo viajan con el Camino; quienes siguen a los humanos se mezclan con lo vulgar.
Por ello, los sabios no dejan que los negocios perturben al mundo y no permiten que los deseos confundan los sentimientos.
Hacen lo que es apropiado sin argucias; se confía en ellos aunque no hablen.
Tienen éxito sin pensar en él, logran sus metas sin estratagemas.
Por lo tanto, cuando están arriba, la gente no lo toma a mal; y cuando no están al frente, los demás no les atacan.
Todo el mundo recurre a ellos, los traicioneros le temen.
Como ellos no luchan con nadie, nadie se atreve a luchar con ellos.
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