Adaptarse a los cambios -Lao Tse


Quienes sirven a la vida se adaptan a los cambios cuando actúan. Los cambios surgen de los tiempos; quienes conocen los tiempos no se comportan de manera fija, por ello digo:

«Los caminos pueden ser guías, pero no senderos trazados; los nombres pueden ser designados, pero no etiquetas fijadas.»

Los escritos se producen mediante palabras, y las palabras proceden del conocimiento; los intelectuales no saben que ellos no constituyen un camino fijado. Los términos que pueden ser designados no forman libros que puedan ser atesorados.

Las personas instrui­das llegan una y otra vez a un callejón sin salida
; esto no es tan bueno como mantenerse centrado. Acaba con el escolasticismo, y no habrá preocupaciones; pon un final a la sagacidad, abandona el conocimiento, y la gente se beneficiará muchas veces. 

Los seres humanos son tranquilos por nacimiento; ésta es la naturaleza celestial. Al sentir las cosas, actúan; esto es deseo natural. Cuando las cosas vienen a ellos, responden. Éste es la acción del conocimiento. Cuan­do el conocimiento y las cosas interactúan, surgen las preferencias y las aversiones. Cuando las preferencias y las aversiones están formadas, el conocimiento va hacia las cosas externas \ no puede retornarse al ser; de esta manera desaparece el diseño celestial.

Por consiguiente, los sabios no sustituyen lo celes­tial por lo humano. Externamente evolucionan con las cosas, pero internamente no pierden su verdadero estado. Así, quienes realizan el Camino regresan a la clara tranquilidad. Quienes descubren el secreto de las cosas acaban sin tener estratagemas. Alimentan la inte­ligencia mediante la calma, unifican el espíritu median­te la abstracción, y se dirigen a la puerta de la nada.

Quienes siguen el cielo viajan con el Camino; quienes siguen a los humanos se mezclan con lo vul­gar.

Por ello, los sabios no dejan que los negocios per­turben al mundo y no permiten que los deseos con­fundan los sentimientos.
Hacen lo que es apropiado sin argucias; se confía en ellos aunque no hablen.
Tie­nen éxito sin pensar en él, logran sus metas sin estrata­gemas.

Por lo tanto, cuando están arriba, la gente no lo toma a mal; y cuando no están al frente, los demás no les atacan.

Todo el mundo recurre a ellos, los traicio­neros le temen.
Como ellos no luchan con nadie, nadie se atreve a luchar con ellos.



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