Los apetitos mundanos -Kodo Sawaki


La gente dice que el ser humano Sawaki no tiene apetitos mundanos. ¡Nada de eso! Lo que sucede es que me domino.
Si me dejara llevar por mis apetitos deshonraría el Dharma del Buda. Por eso no lo hago. Eso es todo. Pero precisamente porque tengo muchos apetitos, comprendo también los apetitos de los demás. Si no los comprendiera sería un idiota y no quiero vivir como un idiota.

Si contemplo las inflexiones de mis apetitos, observo puntas, ángulos y aristas. Sigo la Vía del Buda llevando conmigo estos ángulos y aristas de mis apetitos. Porque si las aristas de tus apetitos se vuelven romas, también lo bueno que hay en ti se erosionará y te quedarás sin brío. La fuerza para mantenernos bajo control la recibimos de la magnitud de nuestros apetitos. Es importante el punto en el que esta vida llena de apetitos se encuentra con la Vía del Buda.
 
Cuando me observo a mí mismo, el ser humano Sawaki no puede manejarme a su antojo.

A nadie le gusta de verdad el Dharma de los Budas y Patriarcas, sino más bien el dharma del vino y las mujeres. También yo preferiría dejarme llevar y hacer lo que me viniera en gana, pero zazen no me da opción: me lleva hacia delante. Todo se encarga de que no me extravíe.

Aun cuando trates de permanecer inmóvil, nunca hallarás auténtico reposo; este es tu sino como persona humana. Es una debilidad humana y no se puede hacer nada para cambiarlo.
De lo que se trata en la Vía del Buda es de domar esta obstinada fiera humana.

Pero no hay que destruirla. Un caballo salvaje tiene su valor como caballo si lo domas de manera que en cualquier parte puedas dejarlo correr libremente. Si por el contrario el caballo está medio muerto, no podrás hacer nada con él. Lo mismo sucede con las personas: no se trata de renunciar a nuestra condición humana, sino de adiestrarla. Una persona correctamente adiestrada es un Buda. De esta manera podemos convertir los apetitos en sabiduría y transformar este gravoso cuerpo en algo valioso.
Nunca nos liberaremos de nuestros apetitos, pero dependiendo de cómo nos manejemos con ellos dejarán de suponer un lastre para nosotros.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

No hay duda, de que destruir el estado humano es la mejor opción.



Hasta nunca Condición Humana

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