La mente que busca al Buda - Shunryu Suzuki
Sólo busca el cambio quien sufre, no se adapta, se rebela y no encuentra la paz y el equilibrio para Vivir.
Aquellos que se adaptan, se conforman , “la vida es así” y dicen “las duras para con las maduras”, van de una a otra situación articulada y “parece” que no se sienten profundamente mal, no buscan o esperan nada que no esté en el “programa social”. Estos no son de “urgencia”, pueden seguir así sin, “aparentemente” y según ellos, necesitar de algo nuevo.
Para los primeros hay necesidad de cambio y puede que les aparezca el Zen. De hecho, a todos nosotros así nos ha sucedido y no por casualidad. Parece que vamos por un circuito común en el que es posible encontrarnos y nos encontramos. Entonces aparece una dimensión del Camino desconocida, imprevisible.
Si uno, de verdad, quiere cambiar, pide ayuda a un iniciado en el Zen porque en su propia consciencia aparece la necesidad de cambio, a veces
desesperada en forma de miedo a la posibilidad de autodestrucción.
En el caso del encuentro con el Zen, “donde hay un discípulo aparece un maestro” y la consciencia vulgar va a dejar de dirigir en la medida en que uno no pare de Practicar, hasta ser capaz de ver desde otro nivel de consciencia que llamamos Consciencia Búdica, Cósmica, Ordinaria, pero no enajenada en el Yo. Esta nueva Consciencia es común a todos los humanos, sólo que únicamente se puede hacer emerger o sólo emerge en circunstancias justas (no de justicia sino de justeza).
Estas justas circunstancias se dan en el instante justo de una Práctica justa. No por deseo, ni presión, ni voluntarismo, sino sin forzar nada, solamente practicando unas Instrucciones que otro más experimentado te va dando para que, mediante su Realización, tú te vayas realizando en ese cambio que tanto necesitas. Lo necesitas porque lo has comprobado en ti, en tu existencia, desordenada, repetitiva, confusa, insatisfactoria, frustrada,..., sufriente y neurótica, muchas veces porque te ahogabas, porque aquello viste o intuiste que no podía ser Vivir, que tenía que haber algo que no conocías o el Camino se acababa y era verdad porque “cuando parece que todo se acaba, sí que es verdad, todo comienza” (según un antiguo goroku Zen).
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