Quien conoce su propia naturaleza
y la Verdad Inmanente
siempre está alegre;
quien actúa equivocadamente
siempre está triste.
Quien descansa en el estado natural
y siempre es espontáneamente puro
siempre está alegre;
quien cede a sus impulsos y ambiciones,
sujetándose al odio y al apego,
siempre está triste.
Quien comprende que todas las cosas son el dharma,
libre de todo temor, esperanza y dudas,
siempre está alegre.
Quien es impaciente, charlatán y precipitado,
rendido a sus deseos mundanos,
siempre está triste.
Quien sabe que todas las cosas son su mente,
que todo lo que encuentra es amigable,
siempre está alegre.
Quien malgasta su vida
llevándose el remordimiento hasta la tumba,
siempre está triste.
Quien tiene una cabal realización
reposando tranquilo en la realidad autosustentada,
siempre está alegre.
Quien está esclavizado por sus deseos,
insaciable y siempre anhelante,
siempre está triste.
Quien está libre de toda forma sin esforzarse,
siempre inmerso en la experiencia,
siempre está alegre.
Quien sólo sigue las palabras
sin ver la mente
siempre está triste.
Quien renuncia a todas las cosas mundanas,
libre de preocupaciones y consideración,
siempre está alegre.
Un budista que mide y almacena el grano,
consintiendo a las mujeres y a los parientes que ama, siempre está triste.
Un yogui que descarta toda atadura mundana,
comprendiendo que todo es magia e ilusión,
siempre está alegre.
Quien se divierte imponiendo
a su cuerpo y su mente la sensualidad
siempre está triste.
Un yogui que cabalga, jinete de la diligencia,
hacia la tierra de liberación,
siempre está alegre.
Quien se carga con una piedra
que lo sume en el fondo del samsara
siempre está triste.
Quien evita malentendidos,
entretenido con el juego de su propia mente,
siempre está alegre.
Quien ha jurado practicar el dharma
pero consiente sus actos pecaminosos
siempre está triste.
Quien ha echado fuera el temor, la esperanza y la duda,
absorto perpetuamente en el estado original,
siempre está alegre.
Quien cede a la voluntad de los otros,
obsequioso, artificial e ingrato,
siempre está triste.
Quien deja todo "esto o aquello" atrás
y practica siempre el dharma puro,
siempre está alegre.
y la Verdad Inmanente
siempre está alegre;
quien actúa equivocadamente
siempre está triste.
Quien descansa en el estado natural
y siempre es espontáneamente puro
siempre está alegre;
quien cede a sus impulsos y ambiciones,
sujetándose al odio y al apego,
siempre está triste.
Quien comprende que todas las cosas son el dharma,
libre de todo temor, esperanza y dudas,
siempre está alegre.
Quien es impaciente, charlatán y precipitado,
rendido a sus deseos mundanos,
siempre está triste.
Quien sabe que todas las cosas son su mente,
que todo lo que encuentra es amigable,
siempre está alegre.
Quien malgasta su vida
llevándose el remordimiento hasta la tumba,
siempre está triste.
Quien tiene una cabal realización
reposando tranquilo en la realidad autosustentada,
siempre está alegre.
Quien está esclavizado por sus deseos,
insaciable y siempre anhelante,
siempre está triste.
Quien está libre de toda forma sin esforzarse,
siempre inmerso en la experiencia,
siempre está alegre.
Quien sólo sigue las palabras
sin ver la mente
siempre está triste.
Quien renuncia a todas las cosas mundanas,
libre de preocupaciones y consideración,
siempre está alegre.
Un budista que mide y almacena el grano,
consintiendo a las mujeres y a los parientes que ama, siempre está triste.
Un yogui que descarta toda atadura mundana,
comprendiendo que todo es magia e ilusión,
siempre está alegre.
Quien se divierte imponiendo
a su cuerpo y su mente la sensualidad
siempre está triste.
Un yogui que cabalga, jinete de la diligencia,
hacia la tierra de liberación,
siempre está alegre.
Quien se carga con una piedra
que lo sume en el fondo del samsara
siempre está triste.
Quien evita malentendidos,
entretenido con el juego de su propia mente,
siempre está alegre.
Quien ha jurado practicar el dharma
pero consiente sus actos pecaminosos
siempre está triste.
Quien ha echado fuera el temor, la esperanza y la duda,
absorto perpetuamente en el estado original,
siempre está alegre.
Quien cede a la voluntad de los otros,
obsequioso, artificial e ingrato,
siempre está triste.
Quien deja todo "esto o aquello" atrás
y practica siempre el dharma puro,
siempre está alegre.
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