Si hay algo en tus acciones que te invita a la enemistad, o algo en tus palabras que atrae problemas, a menos que alguien te prevenga, la gente murmurará sobre ello más tarde.
Rumoreadas a lo largo y a lo ancho, las palabras son molestas. Es la lengua por donde ello empieza; una vez que has hablado de manera impropiada, un equipo de caballos no puede sobrepasar tus palabras.
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