Las relaciones -Shunryu Suzuki



El Zen, “la Consciencia Zen, se manifiesta en las relaciones”. Buenas o malas,
relaciones con personas, animales, cosas...etc. Entendemos vulgarmente como buenas las que son agradables, las que gustan, las que se persiguen y malas las contrarias, por lo tanto buscamos las relaciones productivas según nuestros intereses por lo que podemos reconocerlas como egoístas o propias del Ego.

Cuando las relaciones son vistas como buenas, procuramos que se repitan utilizando a los demás como instrumentos de nuestros deseos. Cuando son no deseadas, las comparamos automáticamente con las deseadas valorándolas negativamente, sintiendo y pensando, recortando o no las diferencias que a su vez producen malestar y tratando de evitarlas; así nos enfrentamos con el otro como diferente, como productor de lo indeseable, ahondando en un conflicto que causa sufrimiento. 

El sufrimiento se refuerza cada vez que echamos en falta lo que no conseguimos. Esta es la cadena habitual condicionada que repetimos y repetimos sin caer en la cuenta del enfoque exclusivamente egoísta, egocéntrico, que carga a los demás con las culpas sin preguntarnos si la causa de todo no estará en nuestra manera de pensar tan exclusiva y por tanto utilizar a los demás y a nuestro propio cuerpo, como objetos o instrumentos de nuestros deseos, significa nada menos que la mayor parte de los humanos, nunca han llegado a relacionarse con nadie puesto que no han pasado de relacionar sus propias ideas, con sus ideas, sus sueños con sus sueños, sus ilusiones con sus ilusiones, sus prejuicios con sus prejuicios...etc., es decir, su pasado con su futuro, su Ego con su Ego. (Egotismo, Egolatría, Egocentrismo...). Toda esta serie de asociaciones en la mezcladora de la completa mecánica, inconsciente, sin darse cuenta de que se trata de relaciones entre su pasado y su futuro.

En una fase de evolución algo posterior, algunos, llegan a relacionar su Ego con el Ego de otro (observemos que se trata de superestructuras egocéntricas, de yoes adquiridos, aprendidos, condicionados en el Gran Teatro del mundo que esperan todavía a ser madurados, iluminados, más allá de los tópicos).

La relación de un Ego con otro Ego, pertenece a la superestructura de la consciencia (consciencia superficial, corteza), a la personalidad que continúa siendo artificial (no el verdadero “uno mismo”), alternándose situaciones de coincidencia con situaciones de diferencia y conflicto que aumentan con el paso del tiempo, con los cambios, las repeticiones, los enfrentamientos autoafirmativos desgastándose los recursos sentimentales, los recursos de la
conveniencia, los defensivos con las consiguientes reacciones y el cansancio, el desinterés y hasta las compensaciones por “descubrimiento” de otros asuntos no coincidentes imaginando falsas situaciones de felicidad, “llegar a ser”, en las que el antagonismo dualista se manifiesta claramente: más vale lo conocido o bien, más vale lo desconocido por conocer. En estos juicios y valoraciones intelectual-emocionales o senti-mentales, quién elige es el miedo, el deseo, la ilusión... el Ego una vez más repitiendo las relaciones falsas porque no nacen de la Experiencia de la realidad de la realización de la Auténtica naturaleza sino de la dependencia de condiciones aprendidas en el proceso de socialización o dominancia de lo entendido como positivo frente a lo entendido como negativo, aceptación o rechazo, bueno o malo, según los deseos personales, ilusiones, tópicos...etc. del Ego.

La Unidad, la Ilimitación y la Armonía, no pueden ser el resultado de un Ego en positivo o en negativo, de coincidencia o de dependencia, sino del desapego de ambos extremos en lucha y oposición, por lo tanto más allá del Ego.
El Zen es la Práctica del Camino Medio, ni Ego positivo, ni Ego negativo, ni me gusta ni no me gusta, ni bueno ni malo, sino no-Ego, algo todavía no experimentado, no condicionado.

Oficialmente se pueden establecer relaciones armónicas y reales con otro, si no es desde la Experiencia de la Unidad básica de todas las cosas, su interdependencia, impermanencia, causalidad y cambio transformadoras de las relaciones con el propio Ego.

Ciertas personas, llegan a tener consciencia de su consciencia (Ver su Ego) e inician un proceso de autocrítica que se hace interminable subrayando el Ego (análisis psicológicos) o liberándose de él utilizando una Guía fiable que no repita la egocentricidad, la exclusividad excluyente y las demás cualidades subjetivas de su Ego, ni tenga su origen en una autoridad exterior. Llegados a este punto, todos queremos comprobar por nosotros mismos la utilidad y el cambio resultando ineludible pasar de la experiencia egocéntrica a la Cosmocéntrica encontrando un lugar en el mundo más allá de la mente personal separadora (yo y lo demás) hacia otra integradora saludable y no destructiva de las relaciones.
Querer ganar siempre e imaginar cómo, es repetir la cadena de errores igual que no querer perder nunca.


Podríamos empezar por considerar que pretender lo que nos gusta y huir de lo que nos disgusta, es bastante elemental, primitivo e infantil. Ambos enfoques (dualismo, dos) pueden ser falsos, equivocados. Lo bueno es estar más allá de lo falso, habitual, condicionado, infantil o dualista pero para ello, uno tiene que “educarse” practicando el desapego de la imaginación propia, de los deseos, del creer que sabemos conseguir lo que nos conviene.

Si aprendemos a prescindir de esos pensamientos, ese lenguaje directivo, de modelos personalistas, de la sed de tener que lograr los propios objetivos, podemos liberarnos a veces de esa rigidez, esclavitud, tiranía.
Esto resulta difícil, porque esas maneras se han ido automatizando; son una adicción que consiste en que nosotros creemos ser nuestros deseos, pensamientos, ilusiones y sin embargo nos frustramos y sufrimos.

Se hace necesario no perder el estado de alerta, de atención, de manera que no volvamos a ser autómatas guiados por nuestros pensamientos unilaterales, personales, dualistas... y repetir la cadena. Una vez advertido esto, ya podemos dejar caer esa mente elemental y practicar sin esa mente o (decimos), con una sola mente que no es egótica, egoísta, sino natural, Cósmica. Esto puede ser aprendido también, practicando las Instrucciones del maestro, del que sabe cómo funciona. Se trata de cambiar los sueños por Realidad, la tranquilidad, la paz y otras formas de sabiduría, prescindir de esa clase de mente y a la vez conservarla transformándola, en la experiencia de la Práctica del Zazen, el estado de alerta que es propio de la Naturaleza humana normal, ordinaria y cotidiana.



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1 comentario:

JARC dijo...

...no hay ningún ego.

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