Quiero empezar hoy por compartir la parte de una historia sobre algo que parecería imperdonable.
Roy Jordison era pastor protestante que practicaba en la isla caribeña de Grenada. Una noche unos ladrones forzaron la entrada a su casa para robarle, y lo mataron.
17 años después, su hija, una practicante budista, recibió la carta de uno de los asesinos. Hablaba de su remordimiento por el crimen que había cometido. Decía: "A través del amor de dios y su espíritu de perdón, rezo porque algún día yo pueda encontrarle cara a cara para pedir que me perdone. Mis rezos no son tanto para liberarme, sino para la posibilidad del perdón. Porque, aunque el gobierno me otorgue un perdón, sin su perdón no estaré libre por completo."
Pasaron meses para que ella se sintiera capaz de contestar. Pero sí contestó. Cuando lo hizo, dijo que tenía la esperanza de que ambos podrían encontrar paz, pero que no tenía una opinión sobre si él se liberaría o no. Aquí están algunos pensamientos que pasaron en su mente. Escribió:
... sobre mi cojín, surgieron algunos entendimientos. Conocerlos es mas fácil que actuar por su luz, pero conocerlos ayuda.
Agarrar muy fuerte mi corazón en resentimiento me duele; liberar al corazón es una acción compasiva hacia mi misma.
No puedo remediar la injusticia por medio de rabiar en su contra.
A veces todos nosotros actuamos a causa de la codicia, el odio y la ignorancia. Estamos maltratados y maltratamos a otros.
Perdonamos y perdonar a otros es un compromiso con la continuación de la vida.
Perdonar solo es opcional si no nos necesitamos unos a otros. ¿Necesitamos los unos de los otros?
Perdonar es una manera de romper la cadena de venganza y sufrimiento.
El acto más poderoso es poner la intención en perdonar. Todo lo demás sigue de eso.
Esto viene en un articulo que ella escribió para La Rueda Girando, la revista de la Hermandad Budista Para la Paz. El título del artículo es: "Haciendo Paz Conmigo Misma." Pienso que es significativo que sea "Haciendo Paz Conmigo Misma" y no "Haciendo Paz con el Asesino de mi Padre."
También leí un libro llamado El Perdón es una Elección escrito por un psicólogo que se dedica al estudio del perdón. En su libro dice definitivamente que no hay una obligación de perdonar:
"La gente tiene la obligación de ser justa y de abstenerse de hacer daño a otros. No tenemos la obligación de ser misericordiosos. Perdonar es una elección. Es un regalo dado a alguien que no lo merece."
Entonces, la pregunta del día de hoy es, "¿Es opcional u obligatorio el perdón?" Y para cualquiera de eso que escojas, "¿Cuándo conoces que ha llegado el tiempo adecuado para perdonar?"
Cuando preguntamos si perdonar es obligatorio o no, es fácil pensar que el perdón es una cosa que pueda ser dada, como si quisiéramos darla o no. Perdonar llega a ser algo semejante a pagar la renta. Solemos hacerlo por obligación. La damos y luego seguimos adelante, sin volver la vista atrás.
Pero yo pienso que es más útil pensar en el perdón como una práctica continua o más aún, como un tipo de relación. La posibilidad siempre está esperándonos. Cuando decimos que no queremos o no podemos perdonar algo, ya damos por entendido que hay algo allí pidiendo perdón. Y eso es una etapa temprana de la práctica, de la relación. Podemos ir más y más adelante, dejar que la relación crezca y florezca o, podemos dejar que nuestro apego y aversión nos congele en un solo lugar. Cualquiera de las dos situaciones es temporal, pero podemos apegarnos a lo temporal por el resto de nuestras vidas. Si seguimos adelante, descubriremos que hay muchas capas en la práctica de perdonar. Podemos pensar que ya hemos perdonado algo y de repente, otro aspecto del asunto surge y llama nuestra atención.
En el otoño pasado escuché a Michael Symmons Roberts, un poeta de Inglaterra, hablando de un poema que escribió en conmemoración del primer aniversario al ataque contra el World Trade Center en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. Es un poema bello, triste y conmovedor llamado "Last Words" (Últimas Palabras). Roberts tenía otorgado acceso a los mensajes de los buzones de voces que dejaron las personas en los vuelos fatales o atrapadas en las torres gemelas. Su poema se inspiró por esos mensajes.
En la entrevista él dijo que la cosa que más llamó su atención era que los mensajes no exigieron venganza o expresaron ira u odio contra los atacantes. Al contrario, contuvieron palabras cariñosas para maridos, esposas, hijos, padres y otros. Frente a la probabilidad de morirse pronto, la gente sabía que ésta era la cosa más importante.
Las enseñanzas budistas nos recuerdan que la muerte es cierta, pero para la mayoría de nosotros la hora de la muerte es incierta. ¿Cuáles son las preparaciones que tenemos que hacer? ¿Debemos ajustar cuentas con aquellos que pensamos que nos han dañado? ¿O tenemos que hacer las paces?
Hace unos años, un periodista le preguntó al Dalai Lama que iba a hacer más adelante. Su santidad contestó que iba a prepararse para su muerte. El periodista le preguntó sobre su salud, y el Dalai Lama contestó que no se encontraba enfermo, sino que su cuerpo era impermanente.
Esta entrevista se inspiró al maestro budista Stephen Levine. Empezó a hacer una práctica que llamó "Un año para vivir." Decidió vivir como si fuera a morirse al fin de un año, en una fecha determinada. ¿Qué se podría hacer? ¿Qué hubieras hecho tú?
Una práctica importante de su año era reflejarse en sus acciones y relaciones del pasado y, practicar gratitud y perdón con ellas.
Pienso que es una práctica muy inspirativa. Pero hay que recordar que no tenemos garantizado que nos queda todo un año para hacerla.
Quiero concluir con una frase de una de mis canciones favoritas del Grupo Mono Blanco del puerto de Veracruz. Se llama "El Mundo se Va a Acabar" y se repite el estribillo:
El mundo se va a acabar.
El mundo se va a acabar.
Si un día me haz de querer
¡te debes apresurar!
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