Una sociedad ordenada y una que no lo es -Lao Tsé


En una sociedad ordenada los empleos son fáciles de conservar, el trabajo es fácil de hacer, las maneras son fáciles de observar, las deudas son fáciles de pagar.

Por ello, la gente no tiene más de un empleo simultá­neamente, y los cargos no son ocupados por más de una persona al mismo tiempo.

Los caballeros, los cam­pesinos, los artesanos y los comerciantes viven en barrios separados, de manera que los granjeros hablan a los granjeros de graneros, los caballeros hablan a los caballeros de conducta, los artesanos hablan a los arte­sanos de habilidades, los comerciantes hablan a los comerciantes de números.

De esta manera, los caballeros no cometen fecho­rías, los artesanos no construyen obras toscas, a los granjeros no les queda labor desperdiciada, y los comerciantes no tienen pérdidas. Cada grupo está a gusto en su propio elemento; aunque pertenecen a diversos tipos y hacen diferentes cosas; no están opues­tos entre sí. Son menospreciados si se equivocan en su trabajo, alabados cuando alcanzan su objetivo.



Las personas que tienen el don de la predicción y una visión de largo alcance están llenas de capacidad, pero en una sociedad ordenada no la utilizan para pre­sionar a los demás.

Las personas de una amplia cultura tienen fuertes recuerdos, son elocuentes y expresivas y están llenas de conocimiento, pero los dirigentes ilu­minados no buscan esto en sus subordinados. Actuar independientemente de la sociedad, reducir la impor­tancia de las cosas y no adaptarse a las costumbres ordinarias constituye la conducta altiva de los caballe­ros, pero en una sociedad ordenada esto no se utiliza para guiar al pueblo llano.

Así pues, lo que es tan elevado que está fuera del alcance no se utiliza como medida para el pueblo; las hazañas que no pueden ser igualadas no son adecuadas para las costumbres nacionales. Por consiguiente, no se debe confiar sólo en las personas de talento para establecer medidas; las artes del Camino han de ser transmitidas por sociedades enteras.

Así pues, el orden de una nación puede conservarse mediante lo no sofis­ticado, y las obligaciones militares pueden igualarse mediante la ley. Cuando la gente está satisfecha por sí misma sin necesidad de los héroes del pasado, es por­que utiliza todo lo que tienen.

Las leyes de las sociedades más recientes adoptan sus medidas elevadas y castigan a los que no pueden vivir de acuerdo con ellas; crean graves responsabilida­des y penalizan a quienes no pueden llevarlas a cabo; crean dificultades peligrosas y ejecutan a quienes se arriesgan a no asumirlas.

Cuando el pueblo se halla sobrecargado por estas tres responsabilidades, hace una exhibición de inteligencia para engañar a sus gobernan­tes; se vuelve retorcido y actúa de manera peligrosa. Entonces, ni siquiera severas leyes y estrictos castigos pueden impedirle ser traicionero. Esto es lo que signifi­ca el dicho de que cuando los animales salvajes son arrinconados arremeten, cuando los pájaros son arrinco­nados pican, y cuando la gente es arrinconada engaña.



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