La práctica de la quietud -Jorge Garcia Montaño



Para alcanzar un estado de contento, se debe comprender que los objetos y fenómenos están despojados de existencia real, de inherencia y esencia.
Las turbulencias empañan la capacidad intrínseca de la mente de reflejar las cosas tal como son, y entonces ésta se engaña al creer que puede apropiarse de las cosas, pues éstas no existen como se le presentan. Al darnos cuenta de ello, descubrimos la naturaleza ilusoria de la toda la existencia condicionada.

Si logramos que la conciencia plena ilumine los planos de las sensaciones, percepciones y voluntad, podemos observar cómo éstos hacen aparecer y desparecer sus elementos propios como un acto ilusorio. En el budismo se suele usar la metáfora del océano para explicar esto. Si la mente habitara en las profundidades de los océanos, como conciencia iluminada, cuando hubiera olas gigantes generadas por vientos huracanados y tormentas, no afectarían el estado de paz y equilibrio existentes en las profundidades.

Por tanto, la práctica de la quietud hace emerger la conciencia en los planos de las sensaciones, de las percepciones y de la voluntad.
Sólo con las aguas del océano quietas se puede ver el fondo.
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