Cada vez que nos enfadamos, practicamos el enfado. Cada vez que nos llenamos de resentimiento, practicamos el resentimiento.
Cuanto más presentes están y más actuamos de acuerdo a esos estados mentales, tanto más fuertes se harán. Cada vez que nos sentimos amorosos o realizamos un acto generoso, de buen corazón, eso fortalecemos.
Todas y cada una de nuestras acciones son nuestra práctica, puesto que alguna cualidad del corazón o de la mente está siendo en verdad desarrollada.
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