Para conseguir la felicidad- Jorge García Montaño



Si todos queremos conseguir la felicidad y evitar el sufrimiento, entonces debemos desarrollar la compasión, la tolerancia y la indulgencia que evitan cualquier acción dañina hacia los otros.
El budismo en su doctrina no se plantea la existencia o no de un creador, sino que se aboca a anular el sufrimiento humano, y su sistema espiritual se sustenta en técnicas, métodos y sistemas encauzados a aliviar y superar ese sufrimiento.


El salto cualitativo del sufrimiento a la felicidad estable y gozosa se realiza de manera definitiva por medio de la iluminación.

Como lo expresa el Dalai Lama, “Podríamos decir que el concepto de iluminación es el fundamento de la concepción budista así como el Dios es el fundamento del cristianismo”.

Lo importante en estas consideraciones es comprender que un espíritu feliz, que posee ecuanimidad y objetividad sólo se puede lograr al practicar una vida espiritual.

Para implementar el desarrollo espiritual obviamente se debe superar la preeminencia del yo, de la centralidad del ego en nuestros proyectos de vida, pues si bien el sufrimiento lo propician el apego, la adhesión y la codicia, asi como la aversión, la agresión y el odio, éstos a su vez tienen su cimiento en la preponderancia del yo sobre los demás y sobre el mundo.


En resumen, la felicidad no se encuentra en satisfacer a toda costa los deseos del yo. Por eso, una de las más altas metas de la práctica espiritual y religiosa busca la metamorfosis interna de las personas, lo cual implica transitar de la indisciplina y desorganización a la disciplina y el equilibrio.

El arte de estar bien implica que las personas realicemos un cambio cualitativo dentro de nosotros: en vez de pensar en uno mismo, empezar a pensar en los demás, de manera que los actos mentales, verbales y corporales se realicen para satisfacer las necesidades de los que nos rodean.

Sólo enfocando la felicidad hacia los otros, por fin tendremos tranquilidad y satisfacción con lo que somos.  Al abandonar nuestro yo, paradójicamente por  fin nos encontramos integrados en el mundo.

El enfoque para la felicidad busca por tanto la supresión del egocentrismo; exhorta a crear un nivel básico de espiritualidad, que se sustente en un conjunto de cualidades como la bondad, la amabilidad, la compasión y el interés por los demás. No importa si se es religioso o no, la espiritualidad concebida como la superación del ensimismamiento y la preocupación sincera por el sufrimiento y expresada en la felicidad de los demás es esencial para vivir bien colectivamente.

El arte de estar bien, por lo tanto, conlleva la destreza de cambiar el mundo desde dentro hacia fuera, con la idea de que los demás dejen de sufrir y logren la felicidad, la calma y la paz.

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