Si un pedazo de cielo a través de una palabra llega a un corazón lleno de amargura y empobrecido espiritualmente, estoy seguro que dicho espíritu se reconfortará y encontrará alivio a sus pesares.
No hay que olvidar que el cielo también puede estar en el tiempo y tu puedes regalartelo a ti mismo cuando comes, cuando piensas en ti, cuando reconoces tus capacidades y cuando sientes que puedes convertir la oscuridad en luz y la ignorancia en conocimiento.
Un corazón florecido siempre tendrá un espíritu con una eterna primavera donde nunca faltará un aroma en cada actitud y una flor en cada palabra. En conclusión el Cielo está en tu corazón.
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