En el nivel del Ego, “la consciencia superficial aleccionada y
reciente”, libertad consiste en “hacer cada uno lo que le da la gana”.
En términos de Budismo Zen, “libertad es no elegir”.
El Ego, que es algo condicionado, apegado, no real ¿Cómo puede elegir
hacer algo que le da la gana? ¿Cómo se produce?. Son los
condicionamientos lo que “orienta” a un yo condicionado. Ese Yo
condicionado, cree poder escoger algo libremente ante diversas, sólo
aparentemente, posibilidades.
¿Escoge él o es el condicionamiento quién escoge? ¿No está obligado a
coger aquello que desee y a dejar lo que aborrece? Luego es falso que un
Yo pueda escoger libremente, es decir, que escoja entre varias
posibilidades, ya que si son varias, son imaginación del yo; ¿Voy o no
voy al cine? ¿A ver una película que no me guste? ¿Voy a casa o no, si
tengo hambre a mediodía?... vayamos donde vayamos, no actuamos
libremente, porque nuestro Yo no funciona en libertad, sino en base a
inapetencias o apetencias, por lo que siempre estamos en pos de algo que
nos apetece o huyendo de algo que no nos apetece o frustra.
Logremos lo que logremos o molesta o no dura, por tanto siempre produce frustración y sufrimiento.
Si logramos lo que deseamos, dura poco e intentaremos repetir, pero las
circunstancias no van surgiendo de modo que suceda lo que deseamos, eso
es magia o milagro. Si manipulamos las circunstancias, es una
fabricación sin libertad, naturalidad, espontaneidad ni verdad.
A poco que se haya profundizado en la Práctica Zen, sabemos que libertad
es lo que libera de la esclavitud de gustos, opiniones, deseos,
apegos... por lo tanto también libera de tener que andar eligiendo.
Sólo cree poder elegir quien cree en su Yo y en sus condicionamientos.
Quien cree en su Yo no sabe que este está condicionado, que sus
apetencias no son neutrales y que además no son realidad, con lo que eso
que decimos, “Desde el Yo podemos elegir”, una mente un poco evolucionada ve y entiende los mecanismos del Yo, y ve que un Yo no
decide nunca nada, puesto que, como superestructura, están ordenadas sus
preferencias y aversiones; esto significa que tenderá lógicamente hacia
lo apetecible que logrará o no. En el mejor de los casos, como escribía
antes, el logro no dura mucho y además induce a la búsqueda repetitiva
del mismo logro.
Añadamos que con cada logro (trofeo, premio) se pierde frescura ya que el yo limitado, se hastía de lo repetitivo; esto explica la infidelidad de todo
apasionamiento. Si el Yo decide deshacerse de lo que detesta, la
consecuencia es la misma ...la cadena de Karma, una rueda interminable.
El Yo es un depósito de deseos y veleidades preferenciales entre lo que
gusta y disgusta. En resumen: mecanismo ignorante, sufriente, ilusorio,
esclavo y esclavizante.
Profundizando un poco más, también vemos que la realidad no se deja
apresar por una superestructura irreal. No hay un punto de comparación
entre lo falso y lo real. No se puede ir por un camino real con unos
pies imaginarios. Bien, pues el funcionamiento basado en la ignorancia,
construye esa superestructura egótica, que se va instalando en la
superficie de la consciencia, donde se apodera del pensamiento, que
guiado por los condicionantes socioculturales, construye la percepción
del sujeto, apoderándose de lo que recogen los sentidos
y condicionando la interrelación y posterior contacto directo de cada
uno de ellos con la realidad. Por eso llamamos al Yo, “ladrón de los
sentidos”, formándose un círculo cerrado de condiciones condicionadas y
condicionantes que no conectan con la realidad y cuyas reacciones son
totalmente destructoras de la verdadera vida del sujeto y su entorno,
¿Cómo puede un Yo de estas características pretender saber lo que es
libertad? Y cree saberlo.
Tu Ego hablará de una libertad convencional construida con conceptos y filosofías, limitada a su propio círculo. El Yo no vive como superestructura que es y sin
embargo, usurpa una energía que no deja vivir. El Yo cosifica y paraliza
el vivir, la vida.
La vida que un Yo programa, espera, es como un guión de película, que
relleno de ilusiones, siempre se queda corto y defrauda o se queda largo
y no se alcanza. En resumen, el resultado de la ausencia de libertad es
el sufrimiento, la frustración, la compensación y la queja.
Este Yo egoísta que en su ignorancia ve diferencias donde hay diversidad
y ve separación donde hay Unidad, es mortal si dirige la Vida, pues lo
transmite.
La experiencia de nuestros maestros y nuestras propias comprobaciones,
es armonía y Unidad en la Diversidad. Así es la Realidad. El Ego
ilusorio interpretará ilusoriamente y quien cree ser su Ego, se desvive
siguiendo las directrices ilusorias que, por ser irreales, no realizan.
Es algo así como pretender que germine y fructifique una semilla de
árbol dentro de una caja cerrada de hierro.
El intento continuado de lo imposible, favorece la enfermedad, la frustración, la
neurosis, la amargura y todas las formas de sufrimiento y sus manifestaciones si no es la enfermedad misma.
Ante la visión de estas situaciones, ante la dolorosa opresión de la
impotencia, a veces el Ego propone el suicidio como medio para la
desaparición del sufrimiento. En esos “momentos” en que el mundo se
aparece impenetrable por todas direcciones, uno se encuentra con:
“Cuando crees que todo se acaba, es verdad, todo empieza”. Esta es la ocasión de
dar el siguiente paso y el siguiente paso no es suicidarse, sino
adentrarse en lo desconocido de la mano de quién ya comenzó a
transcender su Ego.
Hay que practicar lo que un iniciado sugiere y comprobar que es
realizable practicando las instrucciones, ponerlas en práctica
justamente, no a nuestra manera (Ego) sino a la manera que se nos
indique. Los mecanismos yoicos de autoengaño seguirán manifestándose. Si
hay guía y se sigue, el Ego irá cediendo. La propia naturaleza se ayuda
a sí misma cuando el Zazen nos pone a su favor. Esto sí es suicidio,
pero del Ego, del egoísmo. Y empezar a crecer, más allá de la impotencia
para cambiar solos.
La etapa del egoísmo es eso, una etapa en el crecimiento del hombre, de
la mujer. No caigamos en la trampa del odio al Ego y si caemos, sigamos
practicando, así llegaremos a vernos tal y como somos.
Este mundo socio-cultural propicia Egos a su imagen y semejanza, de
forma y manera que la propia naturaleza o la naturaleza humana tiene en
sí tanto la condicionabilidad como la superabilidad de lo condicionado.
Así funciona el Cosmos en nosotros. “Sólo un camino pasa, ICHI DO TORU” y
ese Camino pasa necesariamente por la etapa yoica, cuando continuamos
el Camino Zen segundo a segundo, mes tras mes,... se va manifestando el
Cosmocentrismo,
siguiendo el Darma que los Buda y Patriarcas, que también tienen Yo, nos han transmitido.
“No cojas ni dejes nada, Practica”, nos dice Shuyu Narita. El viejo
Buda y mi abuelo en el Darma, que ordenó a Daidó, (mi padre en el
Darma), y nos envió, a petición de este, un “necesitado kesa suyo” bajo
el que refugiarnos. (Ceremonia de la Toma de Refugio en Buda, Darma,
Sanga)