El karma-1- Jorge Garcia Montaño
Puesto que el karma conlleva tendencia y predisposición, algunas personas se inclinan a sufrir experiencias negativas y otras, en cambio, se orientan a vivir experiencias positivas y alegres.
Pero el karma no significa destino, sino inclinación a tener uno u otro tipo de experiencia, según los resultados que hayamos tenido por las acciones más significativas realizadas en el pasado, que puede ser desde el día de ayer, hasta incontables vidas anteriores. En general, se habla de este concepto para referirse a una situación negativa, problemática y desagradable. Aquí preferimos hablar de karma refiriéndonos a la negatividad; en cambio, a las causas y efectos positivos se les puede denominar méritos: energías benéficas que producen alegría y felicidad.
Karma significa literalmente acción. Y como toda acción se ejerce en tres áreas existenciales: de manera verbal, mental y emocional, así como por medios físicos que se ejecutan a través del cuerpo o de una extensión del mismo, como puede ser una máquina o una herramienta.
El karma engendra tres tipos de efectos:
virtuoso, cuando los resultados de la acción producen bienestar, paz y calma, y se consideran positivos o efectos deseables;
no virtuoso, cuando los resultados de la acción generan dolor, malestar y sufrimiento, y se consideran negativos; y cuando la acción no genera bienestar, pero tampoco ningún perjuicio para nadie, se trata del tercer tipo de efecto kármico, en el cual puede caber el sentimiento que neutraliza el odio o la pasión, creando un efecto que no es positivo ni negativo.
El karma se desarrolla en dos tiempos: en el primero sólo sentimos y pensamos la acción quevamos a ejecutar, lo que vamos hacer, la intención o motivación; en el segundo, las intenciones, que eran puramente mentales, se traducen en uno o varios actos, es decir, en una acción premeditada, volitiva. Dice el Dalai Lama sobre el asunto: “Las acciones negativas acarrean siempre sufrimiento y las acciones positivas traen el bien”.
La ley del karma está relacionada estrechamente con la ley de la causalidad, específicamente en aquellos casos donde existe una acción o un esfuerzo que tiene por antecedente una motivación o una intención. Por lo tanto, el karma sólo se puede producir en el ser humano que tiene conciencia más o menos clara de lo que hace, aunque no de las repercusiones de sus actos. Se trata, en síntesis, de una causa que tiene el poder intencional de que suceda un efecto determinado.
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