Por desgracia la mente bondadosa no aparece de manera natural, sino que demanda un camino espiritual que debe transitarse de modo voluntario, consciente y propositivo.
La felicidad verdadera, o estado de quietud, calma y satisfacción, se tiene que construir, pues si bien sus raíces se encuentran ya en el interior de cada uno de nosotros, hay que realizar un trabajo sistemático y constante para que se desarrollen, fluyan hacia la superficie, manifestándose en la vida regular y cotidiana que todos tenemos.
El arte de estar bien se sustenta en la compasión por los demás y en el conocimiento real de las cosas. Todo el camino de ese arte se inicia con un desprendimiento: dejar de lado los hábitos arraigados de pensamiento y los patrones mentales que han nacido y crecido al amparo de las percepciones equivocadas sobre los objetos y los fenómenos.
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