El hombre de la montaña - Osho



Érase una vez que había un hombre sobre una elevada montaña.
Tres viajeros, que pasaban a lo lejos, se fijaron en él...
Tres viajeros, que pasaban a lo lejos, se fijaron en él y empezaron a discutir sobre él.
Uno dijo:
-Probablemente ha perdido a su animal favorito.
-No, lo más seguro es que ande buscando a un amigo –terció otro.
-Está ahí arriba para disfrutar del aire puro –dijo el tercero.
Los tres viajeros no pudieron ponerse de acuerdo y continuaron discutiendo...
Y continuaron discutiendo hasta el momento en que llegaron a lo alto de la montaña.
Cuando llegaron junto al hombre que se hallaba allí, dejaron de discutir.
Uno de ellos preguntó:
-Amigo que estás encima de esta montaña, ¿has perdido a tu animal favorito?
-No, señor, no lo he perdido.
El segundo también preguntó:
-¿Has perdido algún amigo?
-No, señor, tampoco he perdido amigo alguno.
El tercero aventuró:
-¿Estás aquí sólo para disfrutar del aire puro?
-¿Entonces qué estás haciendo aquí, ya que has respondido negativamente a todas nuestras preguntas?


La felicidad - Swami Tilak



Si estamos en un cuarto oscuro y decimos que no hay luz 
es porque alguna vez hemos visto la luz. 
Algo parecido ocurre con la felicidad.

Inevitable - Sri Ma Anandamayi




Pregunta:
Ma, me es difícil sacar tiempo para el namajapa o para la meditación.
Tan pronto como me siento y permanezco inmóvil, entonces ocurren una docena de cosas que precisan mi atención.

Sri Ma sonrió comprensivamente y dijo:
“Supón que estás de pie junto a la orilla del mar y deseas adentrarte en el agua. ¿Puedes esperar hasta que cesen las olas?”




Atravesando la Mente que se aferra - Gangaji



Es la gran broma cósmica!
Lo que uno ha estado buscando desesperadamente,
con furia,  sin descanso,
siempre ha estado presente,
exactamente donde uno se encuentra.

Gangaji


Pronto me di cuenta de que muchas de las actividades de mi vida habían sido intentos estratégicos para descubrir la verdad de quién era yo. El hilo común de todo era que había seguido buscando la respuesta fuera de mí. Si podía relacionarme bien con alguien, eso significaba que era alguien "buena", que era "relacional". Si mis relaciones no iban bien, eso significaba que era alguien "mala", que "fallaba" en las relaciones. Si mis prácticas espirituales iban bien, entonces yo era un "éxito" espiritualmente, si iban mal, entonces una vez más yo era un "fracaso".

En los primeros días con él (Papaji), me mostró cómo gran parte de mi actividad mental durante el día, incluso durante una hora, giraba en torno a la búsqueda constante de un punto de referencia de quién y cómo era yo. Irónicamente, incluso cuando recibía comentarios positivos que yo era una buena persona, una persona auténtica, o una persona espiritual, me quedaba aún insatisfecha. En respuesta buscaba aún más seriamente, y desarrollaba estrategias aún más refinadas y sofisticadas.


Ahora Papaji me decía que parara todo, y me lo decía de tal manera que podía escucharlo. Experimenté la verdad que emanaba de su ser en un nivel más profundo que el que experimentaba la validez de mis estrategias y el constante seguimiento de  mis pensamientos. Por su gracia profunda, por el misterio de la gracia en sí, por fin fui capaz de relajarme y mantenerme simplemente quieta. A medida que la actividad mental comenzó a disiparse, lo que quedaba era paz profunda. Cada vez que había experimentado tal paz en el pasado, siempre había pensado que era porque alguna estrategia había funcionado. En el momento de renunciar a todas las estrategias, vi lo absurdo de pensar que cualquier cosa que haya nunca hecho pudiera revelar esta profunda paz. Me di cuenta, de hecho, que los atisbos de paz que había experimentado en el pasado solo habían surgido porque la incesante búsqueda y hábitos de adquisición habían cesado por un momento. En cualquiera de esos momentos, la felicidad indefinible e inefable del ser tiene la posibilidad de mostrarse.


Al comienzo de nuestro encuentro, Papaji había dicho: "Ya eres libre. Simplemente has venido para confirmarlo. "En aquel momento, no tenía ni idea de lo que quería decir. Sentí que no podía ser verdad. Él había entendido mi confusión y dijo: "Detente. Ve quién eres. ¿Ha estado eso alguna vez dormido? ¿Alguna vez has estado tu dormida? Si no, no necesitas preocuparte por despertar”.
Yo había pasado gran parte de mi vida yendo a lugares para adquirir algo, para obtener más conocimiento, más entendimiento, cualquier cosa que pensaba podría reparar el desgarro que sentía en mi alma. Por fin se me decía detener todos los intentos por conseguir algo. Solamente en el encuentro con Papaji fui capaz de finalmente darme cuenta de que todo lo que había estado tratando de conseguir ya era, y siempre había sido.

Durante las semanas siguientes, llegaba y simplemente me reunía con él. Dábamos paseos ocasionales juntos por la ciudad, y me deleitaba en la dicha del Ser. Al mismo tiempo, me estaba enamorando más profundamente de este gran hombre indio. Una vez, mientras estaba sentada junto a la orilla del Ganges, apareció de repente a mi lado. Yo no lo había visto venir por detrás, y me quedé sorprendida y emocionada de verlo. Pero de alguna manera él podía ver en la mirada en mis ojos que me estaba atando sentimentalmente. Nunca tuvo ningún problema para recibir cualquier efusión de amor, porque él sabía que el amor era de Sí mismo a Si mismo. Sin embargo, el apego sentimental que vio en mi rostro era algo completamente distinto. Tal vez era el comienzo de otra estrategia para tratar de mantener o sostener. Él me sonrió y dijo: "Mira hacia adentro y dime quién eres. ¿Quién eres? "Como un rayo, fui alcanzada por el reconocimiento, yo soy eso que me encanta, eso que es amor, y estoy más allá de eso. ¡Qué momento!
 

Gangaji
 
el Fin de Todas las Excusas 


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