Podríamos imaginar la mente como un espacio abierto, despejado. Toda clase de cosas pueden surgir ahí, pero el espacio mismo no se ve afectado. Es posible desarrollar una mente así, una mente que no se pierda en o se ate a los fenómenos. Una mente así experimenta una clase mucho más perdurable de felicidad, porque no depende de las condiciones cambiantes.
Tras experimentar el torrente de experiencias agradables tantas veces, llegados a un cierto punto, alcanzamos la vivencia reveladora de la sabiduría del aserto de Buda: “No hay felicidad superior a la paz”.
Ciertamente hay ocasiones en las que sabemos que es así.
En la meditación y en nuestras vidas, no es tan importante la experiencia particular que se produce. Lo que es importante es cómo nos relacionamos con ella. Al aprender a relacionarnos bien con lo que quiera que surja, nos abrimos al espectro completo de la experiencia humana, lo que los taoístas llaman “las diez mil alegrías y los diez mil pesares”.
Esta profundización de comprensión y sabiduría sustenta el crecimiento de la compasión en nuestro interior”
Joseph Golsdtein
Del libro “Un corazón pleno de paz”